Propósitos de año nuevo, una mirada al pasado

Ya pasadas las festividades de navidad, la euforia por conseguir y envolver regalos, las posadas, etc. Nos disponemos a prestarle atención a la siguiente festividad en turno: Año Nuevo.

Si bien todo diciembre se convierte en temporada de cierre, valoración, reconocimiento y evaluación. El año nuevo implica la culmine de todo ello, el final se enlaza con un nuevo inicio. Le otorgamos atribuciones cabalísticas, nos damos la oportunidad de un nuevo inicio, como si por el sólo hecho de cambiar un número en el calendario pudiera cambiarnos a nosotros mismos.

Enero se convierte en el lunes del año, el contenedor de promesas de inicio, transformación, arranque, cambio de hábitos, etc.



Los propósitos de Año Nuevo

Hablemos pues de nuestros propósitos de año nuevo:

¿Para qué sirven?

Dependiendo de nuestra exigencia personal, cada uno de nuestros propósitos se podría (o debería) convertir en un objetivo, una meta a cumplir durante los siguientes 365 días. Podrían funcionar como un referente o una sentencia para alcanzar un objetivo más amplio o el preámbulo de un intento de modificación personal.

¿Por qué fallamos?

El punto principal del por qué la mayoría de las personas fallan en sus propósitos es porque no hay un compromiso claro y efectivo con ellos, lanzan sentencias al aire esperando que de forma mágica se cumplan, sin el menor reparo en pensar cómo los llevarán a cabo (Ahorrar, hacer ejercicio, ser más feliz, enojarme menos, comer sano).

El segundo de los grandes fallos es que se plantean propósitos poco realistas o bien en los que no se tiene inferencia directa. Sin una planificación ni reflexión en torno a lo que se quiere lograr, es decir, la factibilidad de la meta (Viajar por el mundo, ganarme la lotería, adelgazar 50 kilogramos).

Otros de los obstáculos son el miedo al fracaso y frustración, la falta de motivación o interés, etc.



El asunto de todos estos fallos es que al plantear nuestros propósitos visualizamos a dónde queremos llegar y quizás ya pensamos en cómo lograrlo ¡pero no volteamos a ver de dónde vienen! Es fácil decir «quiero bajar los 10 kilos que estoy por encima de mi peso» o bien «el próximo año ahorraré» pero no nos tomamos el tiempo de ver las causas que motivan el porqué de esta meta.

¿A qué me refiero? Intentaré explicarlo más gráfico:

Propósito genérico: Bajar de peso

Propósito con meta (factible): Bajar 10 kilogramos de peso

Motivación (¿Por qué quiero bajar?): Porque estoy pasado de peso

Y hasta aquí parece que todo está bien, tenemos un propósito factible y tenemos una motivación, es decir lo que nos llevó a plantearnos este propósito, de aquí el siguiente paso lógico sería ¿Qué hacer para lograrlo? ¿Dieta?… ¿Ejercicio?… Pero lo que no nos detenemos a pensar es el por qué del porqué, es decir el por qué de la motivación ¿Qué nos llevó a estar pasados de peso en primera instancia? (mala alimentación, sedentarismo, excesos, etc.)

Si no analizamos las causas de lo que queremos lograr, no sabremos a qué nos enfrentamos y los cambios que obtengamos a partir de ello no serán duraderos.

Plantearse un propósito de año nuevo siempre implica una mirada al pasado, a lo que ya no está, a lo que se fue, a lo que no se logró. Tienen cara de pasado y, aunque duela, si no lo encaramos nos seguirán hacia el año siguiente y el siguiente y el siguiente…

¡Que tengas un excelente inicio de año nuevo!