Nutrición Emocional

Desde hace un par de años y a raíz de las problemáticas de obesidad en el país, hemos visto un auge en el tema de la sana alimentación, las dietas, la desintoxicación del organismo y la comida orgánica y natural. Los planes y aparatos de ejercicio poco a poco también se fueron poniendo de moda. Quizás a razón de que el año pasado la Organización Mundial de la Salud catalogó al tocino y carnes rojas como potencial cancerígeno comenzamos a ponerle más atención a lo que consumimos.

Pero ¿Qué hay con lo que nos alimenta emocionalmente?

Al igual que nuestro cuerpo se nutre de los alimentos que consumimos (¿Te suena la frase “eres lo que comes”?), también se nutre de lo que consumimos (o en su defecto, nos consume) emocionalmente.

¿De qué me nutro emocionalmente?

Cabe definir qué es una emoción según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.

Ahora bien, reflexionemos un poco a cerca de lo que me emociona o ¿qué hace que me emocione?

Empecemos primero por lo que está dentro de mi control, lo que busco conscientemente, por ejemplo: convivir con mi familia, divertirme con amigos, pasar tiempo con mi pareja, jugar con mi perro. ¿Qué tanto me beneficia esto? Es decir, lo hago porque encuentro una gratificación en ello, por lo tanto me hace sentir bien, en otras palabras podemos decir que me nutre emocionalmente. Somos un reflejo de lo que consumimos, cuando nos sentimos bien, o hacemos cosas que nos divierten y emocionan eso se ve reflejado en nuestras forma de ver las cosas y nuestra actitud hacia los demás y hasta en nuestra postura corporal.

De la misma forma ocurre con lo negativo, si me alimento (no importa que sea sin intención) de cosas negativas como molestias, celos, envidia, el resultado de eso será una actitud negativa tanto de interpretar las cosas como de comportarme con los demás.

Ahora pasemos a un segundo plano, lo que no está dentro de mi control y me produce emociones agradables o desagradables (como el clima, el tráfico, la actitud de alguien con quien nos topamos). Nos vemos afectados por elementos fuera de nuestro control, sin importar nuestra actitud, no somos ajenos a ser tocados por dichos elementos y estos repercuten en cómo nos sentimos.

Entonces, si me veo afectado sin importar mi actitud ¿A qué viene todo esto?

Tal cual lo dice la definición de la RAE las emociones son alteraciones pasajeras, pero haciendo alusión a la analogía de “somos lo que consumimos”, podemos prestar atención a qué estamos consumiendo, de qué nos estamos nutriendo día a día y que sí podemos controlar, y este es el punto al que quería llegar. Si nos alimentamos de noticias negativas (los periódicos amarillistas y la nota roja en los noticiarios son excelentes ejemplos de ello), procuramos malas interacciones a nuestro alrededor, convivimos con personas que no nos aportan nada (peleas, discusiones, malos entendidos), guardamos celos, rencor, envidia ¿Cómo esperamos nutrirnos? Y además de eso ¿De qué estamos alimentando a los demás?

Así como en ocasiones es necesario acudir con un nutriólogo que nos ayude a mejorar nuestra alimentación para beneficiar nuestro cuerpo, habría que ser críticos y reconocer cuándo es necesario acudir con psicólogo que nos pueda ayudar a mejorar nuestra nutrición emocional, para nuestro bien y el de las personas a nuestro alrededor.